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Cómo encontrar una idea de negocio

Se dice que las buenas ideas valen diez centavos la docena, mientras que la capacidad para ejecutarlas vale millones, pero ¿por qué no reunir ambas condiciones?

Debido a mi actividad en la Red Emprender, me he topado con varios potenciales emprendedores que tenían las ganas de lanzarse por su cuenta pero les faltaba una idea de negocio. Por otro lado, también me ha tocado conversar con personas que tenían una gran idea de negocio pero no reunían las capacidades técnicas para llevarla adelante. Es interesante la dificultad que muchas veces existe de reunir a ambas partes (demandantes de ideas y demandantes de capacidades) y formar equipos emprendedores con integrantes que se complementen. Pero la elección de un socio de negocios es un tema complejo de por sí, que sin duda dará lugar a un próximo artículo en Pro Universitarios.

Todo empieza con la visión

Hace muchos años leí una pequeña nota en una columna del diario El País que contaba la anécdota (tal vez leyenda) de cuando Aristóteles Onassis, fallecido magnate griego que amasó su fortuna con el transporte marítimo, fue un día a su peluquero habitual a cortarse el pelo. El propietario que lo atendía, entrado en confianza, un día tomó coraje y se animó a preguntarle algo que lo hacía arder en curiosidad: “Señor Onassis, ¿cuál ha sido el secreto de su éxito en los negocios y el origen de su cuantiosa fortuna?”. “Muy sencillo, no es ningún secreto”, contestó Onassis. “¿Ve ese florero?”. “Sí señor…” respondió el peluquero. “Pues yo lo vi primero”.

Esta sencilla historia me quedó grabada y creo representa una de las características principales de los emprendedores. Algunos le llaman visión, otros ‘olfato’ o intuición, pero cualquiera sea el término, describe esa capacidad de ver, en lugar de mirar; de estar atento y analizar lo que sucede a nuestro alrededor. Hay una acción consciente y es la observación activa de nuestro entorno, de las situaciones cotidianas que nos rodean; cómo se comporta la gente, qué es lo que dice, qué es lo que hace, qué siente, qué lo frustra o qué lo motiva.

Empezar por uno mismo

Antes de ofrecer algunos consejos sobre cómo encontrar ideas de negocios, me gustaría aclarar la diferencia entre “idea”, “oportunidad” y “negocio”; términos que muchas veces se confunden y se utilizan indistintamente. Una buena idea podría no resultar en un buen negocio. Para que ello suceda, deben darse 3 condiciones básicas: debe cubrir una demanda insatisfecha; su producción debe ser rentable económicamente; y el equipo debe tener las capacidades y habilidades necesarias para desarrollar la idea y convertirla en negocio.

Para buscar activamente ideas de negocios, es recomendable partir por lo que uno ya cuenta en su haber, llámese expertise, compuesto por conocimientos y experiencia, gustos personales o aficiones (hobbies), destrezas o habilidades innatas. Todos fuimos bendecidos con algún don o talento al nacer; algo para lo que somos mejores que la mayoría que nos rodea. Hay personas que tienen talento para las artes; otros para la comunicación o el relacionamiento (don de gentes), manualidad, etc. La clave es conocer nuestras fortalezas y apoyarnos en ellas a la hora de buscar una idea relacionada con lo que somos buenos (y nos gusta) naturalmente.

Una vez que detectamos nuestros gustos, preferencias, talentos y recursos, debemos levantar la mirada al mercado. ¿Qué se está realizando hoy en ese campo?; ¿dónde están los límites del conocimiento (estado del arte)?; ¿quiénes son reconocidos como líderes?, y ¿quién es y qué características tiene el público al que atienden?

Crear, reducir, eliminar y aumentar

Más allá de poder utilizar algunas herramientas o técnicas clásicas para la generación de ideas, como lo son el brainstorming (tormenta de ideas) o mindmapping (mapeo mental), recomiendo una que se aplica especialmente para generar innovación con valor, partiendo de lo que ya hay en el mercado. Se denomina el esquema de las 4 acciones: crear, reducir, eliminar y aumentar (“CREA” por sus siglas).

Conociendo la oferta y los paradigmas actuales de una industria, la aplicación de la herramienta consiste en construir una nueva curva de valor en cuatro pasos: CREAR variables (beneficios, atributos) que la industria no ofrece; REDUCIR variables por debajo de los valores actuales; ELIMINAR variables que se dan por sentadas generando costos pero que tienen poco valor para el consumidor; y finalmente, AUMENTAR las variables por encima de la norma actual. Se utiliza esta herramienta para encontrar lo que se conoce como un ‘océano azul’, un espacio no explorado; una nueva propuesta de valor para la cual no hay competidores.

Los japoneses fueron muy buenos en esto durante la postguerra, generando nuevas categorías de productos, como el auto compacto. O más recientemente, el canadiense Cirque du Soleil, generando un nuevo espectáculo que se alejaba de las clásicas propuestas circenses de la época, en donde la norma era incluir animales amaestrados, varias pistas de espectáculos y la participación de las clásicas estrellas del circo.

Conclusión

Para finalizar, no busquemos reinventar la rueda ni esperar que nos caiga una manzana en la cabeza para gritar eureka!. Así como Steve Jobs, en su memorable discurso en Stanford, recomendaba a los recién egresados: “Stay hungry, stay foolish” (mantente hambriento y ridículo). Salvando las grandes distancias, yo les recomiendo una frase muy utilizada por los norteamericanos: “do it different or do it better” (háganlo diferente o háganlo mejor).

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