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La hambruna está por incrementarse en todo el mundo

El hambre se ha disparado, especialmente en 43 países donde tres millones de personas más que a principios de 2021 están en situación de necesidad urgente de alimentos. Y son muchas más que los 27 millones en 2019, antes de la pandemia.

El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) alerta de que, según sus estadísticas, hoy hay 45 millones de personas al borde de la hambruna en 43 países, un número superior a los 42 millones de principios de año y 27 millones en 2019, antes de la covid-19. “El hambre se ha disparado”, anotan desde el organismo. Los conflictos, el cambio climático y la pandemia se han convertido en la tormenta perfecta para desencadenar esta crisis humanitaria.

Un ejemplo: en el norte Etiopía, más de 4,3 millones de personas pasaban hambre aguda en septiembre, con más de la mitad de ellas (2,2 millones) al borde de la inanición. En solo dos meses desde entonces, el organismo estima que la situación puede haber alcanzado una envergadura catastrófica; calculan que siete millones podrían enfrentar hoy una inseguridad alimentaria extrema. “El PMA necesita 245 millones de dólares para responder en las tres regiones de Afar, Amhara y Tigray”, anotan.

“Decenas de millones de personas están mirando al abismo“, lamenta el director ejecutivo del PMA, David Beasley, después de una viaje a Afganistán, donde el PMA está elevando su apoyo para ayudar a casi 23 millones de personas. Allí, las evaluaciones recientes muestran que el impacto devastador de múltiples sequías se combina con un colapso económico que empuja a las familias al límite justo cuando comienza el duro invierno. Es este país el que mayor incremento del hambre, hasta alcanzar los 8,7 millones de afectados, al que le siguen Etiopía, Haití, Somalia, Angola, Kenia y Burundi. “Los costos del combustible han subido, los precios de los alimentos se han disparado, los fertilizantes son más caros y todo esto alimenta nuevas crisis como la que se está desarrollando ahora en Afganistán, así como emergencias de larga data como Yemen y Siria”, agrega Beasley.

Un análisis de vulnerabilidad del PMA en 43 países desvela que las familias que enfrentan una inseguridad alimentaria aguda toman decisiones devastadoras como comer menos, saltarse comidas, ingerir hojas silvestres o cactus.

El PMA y sus socios humanitarios están intensificando sus esfuerzos para ayudar a millones de personas que padecen hambre. Sin embargo, las necesidades superan con creces los recursos disponibles en un momento en el que los flujos de financiación tradicionales están sobrecargados. El costo, según sus cálculos, de evitar la hambruna a nivel mundial ahora es de algo más de 6.000 millones de euros.

Un análisis de vulnerabilidad del PMA en los 43 países desvela que las familias que enfrentan una inseguridad alimentaria aguda se ven obligadas a tomar decisiones devastadoras como comer menos, saltarse comidas y, en casos extremos, ingerir hojas silvestres o cactus para sobrevivir. Algo que, dicen, han podido atestiguar en Madagascar. El sur de ese país está afectado por la sequía y las lluvias tardías han resultado en una mala, lo que ha desencadenado que 1,3 millones de personas estén pasando hambre.

Otras decisiones desesperadas llevan a los padres a sacar a los niños de la escuela o casar a las niñas temprano. “Las informaciones de medios de comunicación de Afganistán apuntan a que las familias se han visto obligadas a vender a sus hijos”, anotan desde el PMA. La CNN fue testigo de la venta de una pequeña de nueve años por 1.700 euros a un hombre mucho mayor que ella.

Los precios de los alimentos alcanzaron este mes su máximo en la última década, según el Índice de Precios de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. “Esto no solo hace que la comida esté fuera del alcance de los más pobres del mundo, sino que también aumenta el costo de adquirir comida en los mercados mundiales”. Así lo subraya el PMA que indica que tal presión, sumada al gasto del transporte, ha provocado que el envío de un contenedor de ayuda humanitaria se haya multiplicado por cuatro en un año, de 1.000 dólares (865 euros) a más de 4.000 (3.500 euros). Con todo, este año, dice el PMA, ya ha llevado a cabo “la mayor operación de su historia”, dirigida a 139 millones de personas en los 85 países en los que opera.

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