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Cuéntame si valió la pena todo lo que te preocupaste ayer…

Cuando decimos ayer, nos referimos a una ventana de tiempo asociada al pasado, que no necesariamente debe corresponder con el día de ayer… Aunque también aplica.

Nuestras preocupaciones se pueden volver una reacción natural ante cualquier situación que debamos afrontar, incluso aquellas que solo afrontaremos en nuestras mentes, porque jamás ocurrirán.

Ciertamente una actitud relajada ante la vida y sus procesos, no es lo más natural de ver en la conducta humana. Tenemos facilidad para generar dramas anticipándonos al futuro de manera fatalista, imaginando los peores resultados posibles. Por si no fuese suficiente muchas veces escudamos esa actitud en nuestro afán por tener todos los potenciales escenarios cubiertos, mostrándonos como seres previsivos, responsables y planificados.

Sin embargo, lo que hacemos al preocuparnos es que nos desconectamos de nuestro bienestar natural y comenzamos a enfocarnos en cosas que no nos hacen sentir cómodos y lo peor del caso es que creamos en nuestras mentes terribles situaciones, que como buenos creadores, muy probablemente terminemos manifestando en nuestras vidas.

Luego, nos robamos la paz del presente, podemos interferir de forma indeseada en la creación de nuestro futuro y no aportamos nada positivo al preocuparnos… ¿Puedes recordar cuándo fue la última vez que te preocupaste seriamente por algo y el peor escenario solo existió en tu mente?

De seguro algo ubicarás en tus recuerdos y quizás puedas darme la razón en que: Preocuparse solo es un desgaste de energía y una pérdida de tiempo.

Puede parecer difícil simplemente esperar el mejor resultado posible, sin tener que pasearnos mentalmente por las múltiples opciones que difieren de lo que nos gustaría que ocurriese. Pero te aseguro que es nuestra mejor opción.

No ganas nada al preocuparte, ni siquiera puedes evitar que algo ocurra porque ya te lo hayas imaginado, en todo caso si puedes predisponer a tu mente para recibirlo… Todo lo que evitamos lo atraemos, todo q lo que nos resistimos, lo atraemos, todo en lo que nos enfocamos, lo atraemos… Luego, ¿vamos a seguir alimentando opciones que no deseamos en nuestras mentes?

Aprendamos a mirar hacia el futuro confiados en que la vida está a nuestro favor y que siempre podemos sacar el mayor provecho a lo que ocurra con una buena actitud. Aprendamos a respetar nuestra calma, a disfrutarla, a promoverla, sin necesidad de robárnosla con ideas perturbadoras, que son reflejo de nuestros miedos… Sustituyamos esos miedos por fe, fe en nosotros, fe en la vida y sus procesos, fe en la inteligencia divina que siempre nos llevará a puertos seguros, aun cuando nuestra consciencia no esté lista para entenderlo.

Las situaciones complicadas pueden estar a la orden del día, pero será nuestra actitud la que marcará la diferencia.

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