El casi medio millón de habitantes de Ensenada, en Baja California, están de enhorabuena. Estos meses habrán notado menos allanamientos de moradas, menos peleas domésticas y robos en cualquiera de sus formatos. En uno de los países con mayores índices de violencia del mundo, hoy los ensenadenses pueden sentirse más seguros.
El superdron policía: según unas declaraciones recientes del cuerpo de seguridad de la ciudad, los agentes han conseguido reducir en un 10% el índice de criminalidad de la región, con un pico de hasta un 30% menos robos domésticos con respecto a 2017. Todo gracias a su recién incorporación en el cuerpo: el DJI Inspire 1 Quadcopter, un único dron que ha patrullado la ciudad atendiendo una media de 26 alarmas diarias y que ha llevado al arresto directo de 500 criminales. Ensenada ha mostrado sorprendido y orgulloso los resultados, que esperan conduzca a una ampliación del número de drones disponibles por la policía. Con doce robots, calculan, serían capaces de bajar tanto su tiempo de respuesta ante los avisos que la criminalidad de la ciudad quedaría en mínimos.
Un perfil policial al alza: en varios cuerpos de seguridad del todo el mundo se están realizando experimentos de este tipo, con diferentes propuestas de implantación y resultados, aunque en general son más positivos que negativos.
Un nicho inesperado, el rescate de migrantes: de entre las operaciones de mayor éxito más conocidas hasta ahora por drones están las de Australia, Indiana y Texas, donde consiguieron lanzar chalecos salvavidas a gente al borde del ahogamiento, dos anécdotas que nos hacen pensar rápidamente en sus posibilidades en la crisis migratoria. Aunque aquellos que quieran cruzar las fronteras tienen otra lección que aprender: en España un dron ya ayudó a identificar a gente que venía en patera y pretendía esconderse de los guardacostas. Fueron posteriormente deportados.
El zumbido incómodo: no todo el mundo está contento con dejar su seguridad en manos de estos pájaros robóticos. Aunque los países estudian implantar límites a los niveles de intromisión de la vida privada, éstos podrían variar en función de riesgos (por ejemplo, una alerta terrorista) decidida por la policía. No hace ni un par de días que Google se comprometió a no renovar el contrato del Departamento de Defensa Project Maven, que desarrollaba una IA para facilitar la videovigilancia de drones, después de que más de 3.000 empleados firmasen una petición en su contra.
Los ojos traicioneros: si los mexicanos han sido capaces de bajar la criminalidad ha sido, sobre todo, por la gran automatización de los movimientos (incluidos aterrizajes y despegues) del dron, todo gracias al software desarrollado por una compañía privada con base en California. Lo que critican los expertos en seguridad es, en resumen, que a un agente humano no le puedes hackear, pero a un dron sí. “El problema es que estas comunicaciones no siempre van cifradas de serie, o los algoritmos de cifrado que se emplean son vulnerables: un ataque a la confidencialidad” decía el experto Miguel Viloria. Si has visto el capítulo de las abejas robot asesinas de Black Mirror comprenderás la magnitud del riesgo.
EEUU, siempre más allá: desde hace dos meses el parlamento de Connecticut adoptó una iniciativa por la que se permitía el uso de dispositivos autónomos armados para prevenir el crimen. Osea, drones armados. De propina, te dejamos un corto (muy apocalíptico) que, más que plasmar posibilidades futuras, explora las ansiedades modernas ante unos objetos capaces, sobre el papel, de cometer ataques hiperprecisos y selectivos.