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Clonación y condición humana

La clonación es una forma de reproducción que a diferencia de la reproducción sexual, produce copias genéticamente exactas del original. A los animales, en general, con excepción de algunas entidades vivientes como por ejemplo las bacterias, les está vedada esta forma de reproducción. Su forma de reproducirse es la reproducción sexual mediante células germinales especiales (gametos) cuyo núcleo cromosómico dividido en dos se tiene que unir con la mitad correspondiente del otro sexo en un conjunto (cigoto) para iniciar el proceso de reproducción de un nuevo individuo. Los genes son los responsables de que las características de un individuo se trasmitan a la descendencia. En ellos está almacenada la información de dichas características. Cada vez que una célula se divide las células derivadas reciben una copia de los genes originales. Esta copia no es exacta de allí que, a través de los complejos fenómenos de la herencia, los hijos no resulten copias perfectas de sus progenitores. Esto permite una gran diversidad de características y da lugar a los procesos de selección que se dan en interacción con el ambiente. En la herencia biológica se presentan siempre discrepancias entre los progenitores y su descendencia que precisamente permiten la diversidad del universo biológico, su complejidad y su evolución.

En el caso de la reproducción por clonación, considerada una forma de reproducción asexual, desde el punto de vista genético, un clon es una copia, una réplica, una duplicación del programa genético del cual ha sido clonado. Genéticamente no presentaría ninguna diferencia respecto del programa genético contenido en la célula adulta de su progenitor o progenitora o gemelo anterior como también se le denomina. La práctica de la clonación se ha llevado a cabo en plantas y animales. Para adentrarnos en el caso específico de la clonación humana, son necesarias algunas aclaraciones.

Primero se trata de distinguir entre clonación terapéutica y clonación reproductiva, porque los objetivos de una y otra no son los mismos y eso resulta sustancial para evaluar el significado y alcance de la práctica desde el punto de vista ético. A diferencia de la clonación reproductiva, que engendraría un individuo, la clonación no reproductiva o terapéutica se relaciona con el reemplazo de órganos y tejidos. No pretende el desarrollo de un individuo íntegro como sí es el caso de la clonación reproductiva. En segundo lugar, debe señalarse que en el estado actual de los conocimientos y de las técnicas, la clonación de mamíferos en general y del humano en particular, se encuentra en una condición inicial. Pero más allá del estado de los conocimientos y de las posibilidades de mejoramiento de las técnicas en la medida que los conocimientos avancen, la clonación reproductiva especialmente en humanos ha recibido severas objeciones. Estas objeciones responden tanto a argumentos científicos como filosóficos y éticos. Estos argumentos se centran en las dificultades que la práctica misma encierra y en las consecuencias sociales, políticas y culturales que la reproducción asexuada y dirigida podría generar, teniendo en cuenta que lo que se debate son las derivaciones que el sentido de una aproximación científico-técnica puede imprimirle a la vida.

Con las bio-ciencias se borra el límite entre lo natural y lo artificial o lo tecnológicamente adquirido. Ese borramiento presenta derivaciones que inauguran debates inéditos sobre la encrucijada ontológica en la que la comprensión de la vida en general y de lo que es ser humano en particular, se sitúan.

En la medida que la ciencia moderna en conjunción con los procesos técnicos ha generado una lógica particular que le otorga su propia dinámica y esos procesos técnicos alcanzan la esfera de la reproducción humana, las ideas de existente humano, condición humana y las representaciones que los seres humanos se han hecho de sí mismos, no quedan excluidas sino que se encuentran en el centro de los debates científicos y éticos.

En este marco se exponen a continuación algunas de las objeciones y de los argumentos más representativos relacionados con el debate sobre la clonación reproductiva humana. Uno de los problemas remite a la constitución de la identidad del clon, teniendo en cuenta que la identidad humana se constituye en función de su relación con la alteridad. Dado que el clon es una copia idéntica de su progenitor/progenitora o gemelo anterior, ese carácter de idéntico podría influir negativamente en su autoreconocimiento como individuo singular, ser único y autónomo. Esta condición afectaría a su esencial dignidad, puesto que el carácter de unicidad e individualidad propio de la persona humana se vería afectado.

Una posible observación a este argumento parte de reconocer una distinción entre la identidad biológica y la identidad biográfica. Desde este punto de vista no se considera que la identidad biológica resulte determinante en el proceso de individuación sino que la constitución de la identidad de un individuo es un proceso que implica factores sociales, culturales, morales y no únicamente genéticos.

Otro de los argumentos críticos remite a sus efectos sobre la biodiversidad. La clonación a gran escala restringiría la diversidad de la reserva genética humana y así la capacidad humana para sobrevivir a grandes cambios ambientales, afectando también la propia evolución de la especie. Además, restringir la biodiversidad biológica implica también restringir la biodiversidad social. Otra importante oposición enfatiza el carácter instrumental de la clonación al hacer del clon un objeto de diseño como resultado de una intervención que responde a una voluntad de manipulación. Se trataría de un acto de violencia que no solo afecta a la persona del clon sino también la estructura ética de la especie humana. La clonación representaría así una forma extrema de reificación del humano. La cuestión central reside en que en el estado actual del desenvolvimiento científico-técnico, la creatividad humana ha sido capaz de producir conocimientos e inventar técnicas por los cuales es posible acceder al material hereditario y manipularlo según fines preestablecidos. Estos desarrollos conducen a resultados diferentes de aquellos por los cuales se le atribuye a la ciencia y a la técnica la capacidad –y la función– de preservar la integridad de nuestra especie, en la medida que la ciencia y las técnicas participan ahora de manera privilegiada de su descomposición y transformación. Este camino va de la técnica como episoma a la autopoiesis misma. Ahora bien, si acordamos que en la noción de naturaleza humana se unen los significados de “lo natural” y “lo esencial” y que estos significados alcanzan un sentido axiológico-normativo, la cuestión que se presenta como substantiva es qué puede aportar la compresión de la physis genómica a la de la physis ontológica del ser humano, en la medida en que hoy el nuevo saber sobre la physis biológica obliga a repensar la physis ontológica y con ella su carácter axiológico-normativo.

Si la técnica de la clonación respecto de la reproducción viene a constituir una nueva forma de monismo, si conduce al reduccionismo y al determinismo la implementación de esta técnica, pondría en cuestión la dimensión propiamente ética, histórica y cultural del ser humano. Este reduccionismo biológico unido a una visión mecanicista respecto de lo viviente, operaría una transmutación entre la categoría biológica y la categoría filosófica, antropológica y social. Esta última correspondería a una interpretación que afirma la libertad constitutiva del ser humano, su ser contingente y susceptible de ser de muchas maneras. La otra pone en cuestión esa libertad y con ella la condición histórica, ética y política de lo humano. La transmisión de genes es resultado de la necesidad genética y del azar y, por eso mismo, es contingente. Herencia natural y neutral en sí misma “indisponible”. Pero con la manipulación genética esta situación originaria cambia, para dejar de ser ese patrimonio genético en el que se entremezclan azar y necesidad, por definición indisponible, al introducir el elemento humano que interfiere en el proceso modificándolo. La dotación con que se nace es entonces ya otra. Una dotación en la que ha intervenido la intención humana. Esta intervención afecta directamente a la libertad de la persona e incidiría en la concepción misma de la humanidad de lo humano. En proyección afectaría al modo de autocomprensión ética de la especie humana. Se trataría de un cambio que modificaría las autodescripciones intuitivas con las que nos identificamos como seres humanos y nos distinguimos de otras especies. Esa autocomprensión ética de la especie se define por sus notas de autonomía, igualdad, reciprocidad, racionalidad y dignidad y si bien lo que entendemos por humano no tiene una naturaleza o esencia fuera del tiempo, esa impronta histórica (cultural y moral) es constituyente y constitutiva de lo humano en tanto lo humano es ese constructo histórico de sí mismo que se constituye en tres horizontes: ontológico, histórico y axiológico.

La fusión entre biología e informática para la comprensión y tratamiento del viviente humano y el desarrollo de técnicas que permiten su manipulación y transformación, más allá de los límites hasta ahora conocidos, pone en entredicho su ser como ser viviente humano. Esta situación repercute directamente sobre el significado de la idea de dignidad humana y su expresión en la formulación de derechos humanos de alcance universal. En relación con esta problemática, la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (2005) interesada en las cuestiones éticas relacionadas con la Medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales y atendiendo al desarrollo científico-tecnológico, no solo actual sino también considerando su evolución futura, reafirma que ese desarrollo debe estar orientado de manera de respetar plenamente la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales. Esta orientación implica que los intereses y el bienestar de las personas adquieran prioridad frente a los intereses que resultan exclusivamente científicos. Advierte que ningún individuo o grupo debería ser sometido por ningún motivo a discriminación o estigmatización, constituyendo esta circunstancia una violación de la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales. En previsión del futuro indica la necesidad de tener en cuenta las repercusiones que las ciencias de la vida puedan tener para las generaciones futuras, particularmente en lo que hace a su constitución genética.

Particularmente, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos (1997) entiende que el genoma humano es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad intrínseca y su diversidad y que, en sentido simbólico, el genoma es el patrimonio de la humanidad. Esto hace que ningún individuo pueda ser reducido a sus características genéticas, respetándose su carácter único y su diversidad, su dignidad y derechos, independientemente de sus características genéticas. En el apartado indicado con la letra C, artículo 10, se afirma que ninguna investigación relativa al genoma humano, ni ninguna de sus aplicaciones, en particular en las esferas de la Biología, la Genética y la Medicina, podrá prevalecer sobre el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de la dignidad humana de los individuos o de grupos de individuos. En el mismo apartado, en el artículo 11, la Declaración se expide sobre la práctica de la clonación y la reproducción humana para decir que no deben permitirse las prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de reproducción de seres humanos. Así mismo, la Declaración invita a los Estados y a las organizaciones internacionales competentes a que cooperen para identificar estas prácticas y a que adopten en el plano nacional o internacional las medidas que corresponda, para asegurarse que se respetan los principios enunciados en la presente declaración.

Como se advierte, la irrupción de la acción humana en el origen mismo de lo viviente, da lugar a una forma de ejercicio de poder sobre la vida sin precedentes. Esta acción alcanza una dimensión biopolítica que deberá constituir un problema de primer orden para la Bioética.

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